El aprendizaje es un proceso continuo e inicia desde que somos niños, siendo los primeros años una etapa donde hay altísima curiosidad e inquietud por cada cosa que se encuentra alrededor. Los padres son testigos de esto y son los encargados de buscar estrategias de enseñanza que permitan que el niño aprenda y se desarrolle en un ambiente propicio para él.
A medida que los pequeños crecen empiezan a desarrollar su lenguaje que se va fortaleciendo con la estimulación de su familia y entorno. Así, con el tiempo, nuestros hijos suman más palabras en su vocabulario, haciendo que sus posibilidades de socialización sean mayores. En este punto, como padres queremos educar a los niños a la vez que le vamos enseñando valores, para lo cual una herramienta maravillosa son las “palabras mágicas”.
Cuando escuchamos el concepto palabras mágicas debemos pensarlas como “llaves que nos abren la puerta al mundo”; esto debido a que permiten tener procesos de comunicación más fluidos y respetuosos. No será la misma experiencia comunicativa de un niño que diga “por favor”, “gracias”, “perdón” o “buenos días” a aquel que no las usa o las ignore.
Utilizar las palabras mágicas es un elemento positivo para el bienestar y la convivencia diaria del niño. Estas palabras demuestran buenos modales en la familia, buena crianza, abren puertas a nuevas experiencias y permiten mantener relaciones sanas y respetuosas con sus semejantes.
Detrás de cada palabra mágica hay un valor aprendido y son una compañía por el resto de nuestra vida. Aquí algunas palabras mágicas:
El aprendizaje de las palabras mágicas empieza durante la crianza y se va fortaleciendo en los diferentes contextos sociales. Hay diferentes actividades para enseñarlas de una forma divertida:
Finalmente, es importante recordar ser pacientes con la incorporación de las palabras mágicas en el lenguaje de nuestros niños, y trabajar para que sean tomadas como algo entretenido y positivo para su vida.